lunes, 25 de junio de 2012

ARGENTINA: La enemistad con Moyano, un error inexplicable de CFK





By Guillermo Cherashny

Desde la muerte repentina de Néstor Kirchner, CFK se reinventó con éxito y fue la principal responsable de sus espectaculares victorias, primero el 14 de agosto en las primarias y luego el 23 de octubre en las presidenciales. En estas últimas armó las listas a piacere, inflando a La Cámpora y a los movimientos sociales y desoyendo al PJ y a las organizaciones sindicales. Así también, ella es la única responsable de la evaporación de buena parte de su popularidad en los últimos siete meses, pero esta vez con una soberbia ilimitada, producto justamente de los aplastantes triunfos señalados. La coronación de este proceso ocurrió hace un mes y medio, en el acto de Vélez donde nació el cristinismo. En realidad, Cristina nunca entendió demasiado de economía. Pero el viento de cola internacional y algunos conceptos elementales de la ciencia económica que fue aprendiendo le hicieron pensar que estaba iniciando un largo reinado, ya despojada de la tutela de su marido, que siempre la tuvo en un segundo plano.

Un error que puede ser fatal

Desde esta soberbia, ella despreció a muchos dirigentes políticos y sindicales, y especialmente a Hugo Moyano, pese a que éste le había sido leal. Pero ella no podía disimular su antipatía hacia él, y en el mismo velatorio de su marido le dio vuelta la cara delante del féretro, simbolizando con este gesto que iba a caer en desgracia. Días después, desde las usinas oficiales se dejó trascender que la supuesta discusión que Moyano y Kirchner, había tenido el día anterior a la muerte de éste, habría precipitado su crisis cardíaca. Este clima fue determinante para un hecho: desde hace más de un año que la presidente no recibe al líder camionero, siendo éste el Secretario General de la CGT. Mientras tanto, y asesorada por economistas menores, ella decidió que la fiesta de nueve años se iba a estirar con un dólar atrasado y un tope salarial para que el modelo no le explotara por el aire. Realmente, habría creído que con esas pequeñas correcciones podía reinar y hasta reformar la constitución. Pero la realidad la hizo tropezar con la primera piedra cuando los mercados le mostraron que el tipo de cambio estaba atrasado con respecto a la inflación que ella nunca quiso reconocer y de la cual no se le puede hablar porque sólo admite que existe la que marca el INDEC. Así, de la mano de Guillermo Moreno, decidió el cepo cambiario, que fue creciendo hasta nuestros días con crecientes limitaciones a las operaciones. Pero tal vez su mayor pecado de soberbia fue subestimar a Moyano. Éste exhibe una carrera sindical infrecuente. En abril de 1979, en ese momento como un dirigente gremial de nivel medio, desafió al proceso impulsando un paro general que tuvo poco efecto. Luego se encolumnó silenciosamente atrás de Saúl Ubaldini y Lorenzo Miguel y durante los ‘80 y los ‘90 adquirió experiencia y manejo. Terminó enfrentándose a Alfredo Yabrán, con quien luego, por necesidad, llegó a un acuerdo. En estas luchas entendió la importancia fundamental de la logística en la marcha de la economía y a partir del 2003 se aprovechó del kirchnerismo para cuadruplicar el número de sus afiliados y erigir una corporación propia. Todo esto mientras el kirchnerismo vapuleaba a todas las corporaciones culposas: fuerzas armadas, iglesia, empresarios, sindicalistas y medios de comunicación. Moyano se alió luego con el gobierno en la ofensiva contra el grupo Clarín, que quedó debilitado pero de ningún modo liquidado. En el último tramo de esta saga, CFK, al ningunear a Moyano, le fue regalando a éste un espacio para recuperar imagen en los medios, la iglesia y la clase media alta. El jefe de la CGT vio ahora la oportunidad de consolidar su ofensiva para continuar el 12 de julio al frente de la CGT y así fue que convocó a un paro contra la voracidad fiscal de un Estado deficitario. Se puede convertir así en el líder de la gente que no aguanta más la suba ininterrumpida de los impuestos. En esta maniobra hasta ahora exitosa colaboró la sorpresa de un gobierno que en esta crisis no mostró hasta ahora reflejos ni ideas. Moyano es el enemigo que menos le conviene a un cristinismo cuyo flanco débil siempre fue que lo corran por izquierda. Es decir, en este caso, desde lo social


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