martes, 8 de enero de 2013

TERRORISMO EN LA ARAUCANÍA


Cartas
Martes 08 de Enero de 2013
Terrorismo en La Araucanía


Señor Director:

Aquellos que sostienen que la actividad terrorista en el sur de Chile representa el mundo mapuche no sólo contribuyen a estigmatizar injustamente a muchas personas inocentes, sino que caen en un error.

Es parte de la estrategia comunicacional de quienes promueven el terrorismo identificar la violencia con una causa o grupo determinado -en este caso los mapuches-, de modo de tergiversar la interpretación de la realidad instalando en el discurso público una artificial lógica de conflicto entre oprimidos y opresores. De este modo, se invierten los roles de víctima y victimario, con lo cual los terroristas pasan a ser defensores de las víctimas -los mapuches- frente a los supuestos victimarios -los agricultores-.

Esta fue la misma lógica que en el pasado se usó para justificar movimientos terroristas que, en supuesta representación del proletariado, asesinaban a gente inocente y destruían sus propiedades bajo el argumento de hacer justicia cuando lo que en realidad buscaban era minar el sistema político y económico.

En Chile no se puede descartar que el terrorismo que afecta a los habitantes de La Araucanía se inserte en una estrategia más amplia de grupos bien organizados y financiados que buscan minar nuestro actual sistema económico y nuestra estabilidad política. Si eso es así, no hay garantía de que en el futuro la actividad terrorista no se proyecte a otras regiones e incluso a zonas urbanas del país. Empresas, casas de figuras emblemáticas e incluso la vida de personajes públicos podrían ser objeto de ataques.

Esto hace aún más urgente la necesidad de que los diversos sectores de la sociedad chilena presionen a nuestra pasiva clase política y al gobierno, que ha fracasado de manera lamentable en esta materia, para que ponga definitivamente término a este proceso de destrucción del Estado de Derecho que ha dejado a miles de chilenos en la absoluta indefensión y que podría terminar costando muchísima más sangre y paz social de lo que nuestros políticos y jueces son capaces de imaginar.

Axel Kaiser



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