jueves, 21 de marzo de 2013

DEL BLOG DE HERMÒGENES



jueves, 21 de marzo de 2013

Tontilandia es Así

Hace sesenta o setenta años el periodista y parlamentario Jenaro Prieto escribía columnas en "El Diario Ilustrado" sobre las cosas que discurrían los chilenos. Analizando el grado de mérito intelectual de las mismas, había rebautizado al país como "Tontilandia". Cada cierto tiempo los chilenos hacemos lo necesario para que este nombre de reemplazo se revalide.

La última tontería nacional es la persecución parlamentaria contra el Ministro de Educación, Harald Beyer, por su presunta falta de diligencia en sancionar a los dueños de universidades que puedan haber percibido un lucro en su actividad.

Lo más absurdo de esto es que la iniciativa proviene de la Concertación, que durante veinte años de gobierno no hizo NADA por castigar el hecho de conseguir ganancias en las universidades.

Lo segundo más absurdo es que la Concertación OBRÓ BIEN al no hacer nada al respecto, pues castigar el lucro es una tontería casi tan grande como prohibirlo. Como cualquiera debería saber, el lucro es una ganancia que se obtiene a partir de cualquier actividad. Si usted invierte seis y cosecha siete, el lucro es de uno. Si usted invierte seis y cosecha cinco, no hay lucro, sino pérdida, y usted es un tontilandés que al cabo de seis años va a haber perdido su universidad y su trabajo y quedará a las órdenes de la síndica (no sé por qué hasta las feministas le dicen "síndico") Loreto Ried.

Ya he explicado ayer por qué la norma prohibiendo el lucro en las universidades, discurrida bajo el Gobierno Militar, constituyó una solemne tontería. La atribuí al sector estatista de las fuerzas armadas, el mismo que originalmente había reservado al Estado todas las minas, lo cual, si no hubiera sido remediado por Piñera "el Bueno", es decir, José, nos tendría hoy sentados sobre un montón de riquezas del subsuelo sin percibir un peso.

Pero alguien me ha sugerido otra razón que hubo para prohibir el lucro en la educación superior: el lobby de las universidades existentes, que eran muy pocas y gozaban de un oligopolio educacional. Los redactores de la norma abriendo a más interesados la enseñanza universitaria querían evitar la competencia de una apertura completa y con la frase "sin fines de lucro" pensaron que los verdaderos emprendedores, que son los más eficientes, que hacen ganancias y no pérdidas, no entrarían al negocio y sólo fundarían nuevas universidades las congregaciones, las fundaciones y las obras pías, las cuales constituían una competencia perfectamente derrotable, porque normalmente vegetan sin que sus cmpetidores tendgan nada qué temer.

Pero era tan evidente la falta de universidades en Chile que el mercado daba señales de que en ese quehacer había ganancias extraordinarias, y como a los abogados chilenos lo primero que nos enseñan en la universidad es a "buscarle la quinta pata al gato", muy pronto se solucionó el problema y el lucro se pudo obtener a través de las "sociedades espejo" y todo el mundo quedó contento. Y la competencia habría hecho el resto del trabajo, para gran beneficio social, si no hubiera sido porque el "lobby" de las universidades existentes convenció a los gobernantes izquierdistas de volver a levantar barreras a la entrada de nuevos oferentes al negocio de la educación superior. Pero así y todo los tontilandeses quedaron contentos: las universidades existentes obteniendo ganancias extraordinarias, el número de estudiantes universitarios multiplicado por ocho o diez veces y los nuevos emprendedores, que habrían podido fundar muchas más universidades, bajando así los precios de la educación superior, chupándose el dedo.

Nada de esto lo entiende la izquierda, pues si entendiera algo no se le habría venido abajo el Muro de Berlín, y hoy acusa constitucionalmente a Harald Beyer (que sí entiende todo, pero es ministro de Piñera, de modo que jamás va a poder contar toda la verdad, que es políticamente incorrecta). Pero el absurdo de la acusación es que Beyer ha sido EL ÚNICO ministro que ha hecho ALGO contra el lucro en las universidades. Yo lo critico por ese "algo", porque debería haber defendido el concepto del lucro, por ser socialmente beneficioso, pero todos sabemos que con el actual Presidente eso habría significado su salida del gabinete.

Todo está mal. Se quiere castigar algo bueno, como es trabajar generando ganancias y no pérdidas; se ha liquidado una fuente de inversión en un sector que mucho la necesita, como lo es la educación superior; se ha perpetuado un oligopolio con ganancias sobrenormales, con perjuicio para los alumnos y sus familias; y se pretende castigar a un ministro por no ser diligente en el agravamiento de tonterías cometidas en el pasado.

Es que Tontilandia es así.
Publicado por Hermógenes Pérez de Arce


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