miércoles, 3 de julio de 2013

DIEZ MILLONES DISPONIBLES



Columnistas
Miércoles 03 de julio de 2013

Diez millones disponibles"

Quien dé hoy la próxima elección por ganada o por perdida es un ingenuo. La campaña no debiera plantearse contra Bachelet, sino a favor de los chilenos comunes y corrientes..."

Gonzalo Rojas

Han terminado las primarias. Números van y números vienen, pero lo que vale, en este caso, es lo que falta: fueron más de 10 millones los sufragios no emitidos.


El valor que tiene esa cantidad es enorme, porque son votos disponibles. Obviamente, esas voluntades están disponibles para todos los candidatos, sin distinción previa; de eso no cabe duda alguna.


Por cierto, a Enríquez-Ominami, Parisi y Claude -ausentes del acto recién terminado- se les podría adjudicar, en conjunto y desde ya, más de medio millón. Pero, por otra parte, la cifra puede compensarse con las preferencias que recibieron Orrego y Velasco sumados, ya que sus electores claramente marcaron diferencias con Bachelet: si a estos votantes no les costaba nada subsumirse en la coalición socialista-comunista que apoyaba a la ex Presidenta -y no lo hicieron-, es porque van a volver a evaluar a quién le dan en noviembre su preferencia.


O sea, seguimos en la misma cifra: hay unos 10 millones de votos disponibles. Por eso, quien dé hoy la próxima elección por ganada o por perdida es, obviamente, un ingenuo.


Si la sensación para Michelle Bachelet es que simplemente hay que dejar que suba la marea, para Pablo Longueira hay una misión: conquistar una parte mayoritaria de esos 10 millones de votos. Es mucha gente y eso abre enormes posibilidades.


En 10 millones de personas se dan todas las situaciones humanas imaginables, pero hay algo que cruza las vidas de todos ellos: la ansiedad. Están ansiosos por su futuro; quieren saber qué será de ellos en 2014 y se proyectan a 2022. Votarán por quien les abra el mejor horizonte: el mejor, no el más taquillero.


Para Longueira, entonces, el desafío es demostrar que con él cada chileno puede ser mejor y vivir mejor. ¿Qué significa eso en la práctica?


Que Longueira tiene que conseguir un gran acuerdo con los productores de Chile, con esas decenas de miles de emprendedores que deben entender, de una vez por todas, que sus trabajadores y ellos tienen que ser socios en los esfuerzos y en las ganancias. Que Longueira tiene que obtener de cientos de gremios el compromiso de construir juntos una red de mejores resguardos y prestaciones hacia sus propios miembros. Que Longueira tiene que identificar media docena de injusticias flagrantes y combatirlas sin temor -pero sin demagogia-, le duela a quien le duela. Que Longueira tiene que comprometer un activo papel subsidiario del Estado, para corregir esas miserias e incentivar iniciativas por igual, abriendo así paso a la actividad de las personas. Que Longueira tiene que decirle fuerte y claro a cada chileno que no es un indigente, que cada uno es capaz de poner su esfuerzo por salir adelante, no para esperar del Estado, sino para ayudarse a sí mismo, a los suyos, a los demás. Que Longueira puede sugerir qué reformas políticas son sensatas, contrastándolas con algunas locuras rupturistas. Que Longueira tiene que convencer a todos los creyentes que su concepción del ser humano es la que mejor respeta su dignidad y su trascendencia, y que eso no es lo de menos, sino lo de más.


La campaña de estos casi cinco meses próximos no debiera plantearse, por lo tanto, contra Bachelet -que ya tendrá suficientes problemas en el interior de su propia candidatura-, sino a favor de los chilenos comunes y corrientes. Es a ellos, a los 10 millones que no votaron, a los que hay que ofrecerles estilos de familia, de trabajo, de participación, de educación, de uso de sus recursos, que perciban como buenos, como los mejores.


Hubo una elección, hace ya casi 25 años, en que Jaime Guzmán se propuso conquistar corazones. Y ganó.


¿Quién ha dicho que esa opción debe descartarse para noviembre?



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